Nacer Mujer En China by Xue Xinran

Nacer Mujer En China by Xue Xinran

autor:Xue Xinran
La lengua: es
Format: mobi
publicado: 2011-01-22T23:00:00+00:00


Mi madre proviene de una gran familia capitalista de Nanjing, una ciudad llena de vida pero pacífica y armoniosa, bastante diferente de la política Beijing, la comercial Shanghai y las estridencias de Guangzhou. Sun Yat-sen, el fundador de la China moderna, escogió ser enterrado en Nanjing y el Guomindang

[*] tuvo una vez su capital allí.

Situada a la orilla del río Yangzi y a los pies de las imponentes montañas de Zijinshan, en el sureste de China, la ciudad posee lagos y grandes espacios verdes. Bulevares llenos de sombras y árboles perfectamente alineados se extienden en todas las direcciones, y los palacios históricos, las murallas de la ciudad y sus edificios modernos sobre el río resaltan la riqueza de la herencia cultural de Nanjing. Los chinos suelen decir que la gente es moldeada por el agua y la tierra que los rodea; y por lo que sé de la familia de mi madre, es cierto.

La familia de mi madre fue una vez propietaria de un vasto territorio en Nanjing. En su día les perteneció toda la tierra que quedaba al sur de la línea que se extendía desde la entrada oeste de la ciudad hasta el centro y tres kilómetros al este de ésta. Mi abuelo materno era presidente de la industria del cáñamo en tres provincias —Jiangsu, Zhejiang y Anhui—, así como propietario de otras industrias. En la próspera China del sur, la navegación era el medio de transporte más importante. Él fabricaba todo tipo de productos para el transporte marítimo, desde telas embreadas para barcos de guerra, hasta anclas para pequeños barcos de pesca. Mi abuelo era un capacitado organizador y gerente, con muy poca educación escolar. A pesar de ello, se daba cuenta de la importancia que tenían la cultura y la educación, y por esta razón mandó a sus siete hijos a las mejores escuelas, y fundó él mismo una en Nanjing. Y a pesar de ser aquélla una época en la que se creía que la «falta de talento» era una virtud en las mujeres, sus hijas recibieron una buena educación.

Por boca de mis tíos y tías he podido saber que en casa de mi abuelo había que cumplir unas reglas muy estrictas. Durante las comidas, si alguien emitía sonidos al comer o dejaba que su mano izquierda se desviase del bol de arroz, o quebraba alguna otra regla, mi abuelo dejaba los palillos a un lado y se retiraba. A nadie se le permitía seguir comiendo después de eso; todos debían permanecer en ayunas hasta la siguiente comida.

A partir del establecimiento del nuevo gobierno, en 1949, mi abuelo tuvo que ceder propiedades para proteger a su familia. Quizá por rebelión a la estricta educación recibida, todos sus hijos se convirtieron en activos miembros de los movimientos revolucionarios del Partido Comunista y lucharon contra capitalistas como su padre.

Mi abuelo cedió grandes extensiones de su inmensa propiedad al gobierno en tres ocasiones —en 1950, 1959 y 1963— pero estos sacrificios no lo protegieron. Al comienzo de la



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